El Escrutinador central está a la caza de quienes gustan de la música. Escucharla es un delito porque libera conciencias, porque conecta sentimientos, porque cuando se genera la magia, no importa si eres blanco o negro, te guste el rock o el pop, el mundo se hace uno.
El Escrutinador central ha prohibido la música, hay que salvarla ahora. Sólo queda un resquicio para la salvación: el garage de Joe.
Abramos las puertas del delirio y ¡que suene Frank Zappa!
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