El mensaje se hizo popular e inundó los muros de aquella ciudad. Clapton se había convertido en un prodigio y su slow hand en una leyenda. Desde entonces es conocido como el mejor guitarrista blanco de blues y es respetado por bluseros, rocanroleros, propios y extraños. Hoy la peculiar pinta es una sentencia, a la vez blasfema e incontrovertible: Clapton es dios.
Aquí una grabación completa de Clapton, Mayall y los Bluesbreakers:
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