lunes, 24 de enero de 2011

Zaid: relectura necesaria

Gabriel Zaid es sinónimo de claridad y lucidez mental. Alejado de los medios de comunicación que todo lo corrompen, Zaid prefiere el anonimato a cambio de ceder los reflectores a las ideas que sin ningún afán dogmático pregona. Lector inteligente, poeta, historiador de la literatura mexicana y crítico mordaz hace del Ensayo a una vez su método y su espada para terminar con los atropellos de la ignorancia y sus numerosos seguidores.

Zaid es más que un autor heterodoxo e inclasificable, como lo menciona Eduardo Mejía en su Antología General (Oceano, 2004), es una mente avispada y curiosa hasta la impertinencia que ha escrito sin distingos desde poesía hasta economía ("para mí, todo nace de la poesía..." dice Zaid) en donde le den pluma: desde la revista Contenido en los 70's hasta la Letras Libres en nuestros días Zaid deja claro que la inteligencia y la cultura son bienes democráticos que no admiten discriminación.

El lector de Zaid se percata a las primeras de cambio de que su razonamiento está vivo, que, como dice Adolfo Castañón, si bien no es infinito, está en infinitivo: Zaid no cita a Antonio Machado, lo conjuga, no repite a Ivan Illich o a Octavio Paz, sino que se embarca con ellos hacia polos críticos afines. No copia a Max Weber o a Lois Dumont, sino que los ejecuta en un sentido musical.

Su obra es, sin duda, un conjunto de escritos vivos y orgánicos que evolucionan con el paso del tiempo y que más que perder vigencia, vigilan tenazmente la realidad mexicana, la industria editorial y los prejuicios y abusos que inhiben el desarrollo cultural.

Desde Reloj de sol hasta El secreto de la Fama, Gabriel Zaid es un escritor que merece ser leído y cuya obra es, sépalo desde hoy, una relectura necesaria.

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