domingo, 12 de abril de 2015

Slalom. Música con sustancia

"Donde quiera que estemos lo que más oímos es ruido. Cuando lo ignoramos nos molesta. Cuando lo escuchamos nos parece fascinante"  John Cage

De ninguna manera soy músico. No soy crítico musical tampoco, no me pagan por eso. Mi conciencia está limpia y mi reputación no está en juego. Quizás por eso me puedo sentar a escuchar un disco (si, leíste bien, amable lector, un disco, una de esas tortillas de color plata que contiene en sus imperceptibles estrías bits de información que cobran sentido cuando los haces sonar) sin emitir otro juicio que no sea: me gusta o no me gusta.

En el hipotético caso de que pudiéramos alcanzar un gozo estrictamente musical, dejando en el olvido nuestros recuerdos y emociones y atendiéramos a los sonidos, nos daríamos cuenta de que es en ellos, y no en otro lugar donde radica la belleza. Y en realidad poco puedo decir de la estética musical del siglo XX y de la recién iniciada centuria, no soy quién para hacerlo. Lo que sí, es que uno agradece cuando la música tiene sustancia, cuando encierra esa verdad que no puede ser dicha, que sólo puede ser escuchada. Uno agradece a los músicos inteligentes, a sus discursos honestos, a sus producciones independientes.

Ayer un buen amigo me obsequió la primera producción de Slalom slalomtheband.wix.com. Un EP con 6 rolas que he escuchado más de 5 veces desde entonces y que inspiró en mi mente lo que acaban de leer. Gracias a Esteban Blancas por presentarme a la banda. Gracias a la banda por la sustancia, la inteligencia y por los ruidos que, una vez que los escuchas, resultan fascinantes.






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