Antes de que los polémicos hermanos Gallagher terminaran con la banda y con la familia, Oasis le regaló a sus pacientes fans su "Don´t believe the truth" en 2005. Y no tienen empacho en mostrar sus orígenes y pasiones: suenan a ese britpop-mersey fino y energético que los caracterizó durante la década de los noventas y confirman su vena británica y su bien conocida pasión por The Beatles.
Sí, si en los 90´s utilizaron "Wonderwall", título del proyecto solista sesentero de George Harrison, como muestra de legítima descendencia del cuarteto, en este album buscan ese linaje Beatle a través de la adhesión de Zak Starkey, hijo del poco ortodoxo baterista pero enormemente carismático Ringo Star. Y por si eso fuera poco, Liam nos deja ver que su aguda y rasposa voz no es mera casualidad, sino que hace referencia al Lennon de la etapa psicodélica de The Beatles en Love like a bomb o a los inicios de su carrera solista en Guess god thinks I´m Abel.
Mención aparte merece el track no. 9: Keep the dream alive, que constituye, sin duda, la pieza mejor lograda del album: "I´m no stranger in this place/where real life and dreams collide/and even though I fall from grace/I will keep the dream alive"
Y es que los hermanos Gallagher soñaron con ser grandes, con llevar orgullosamente en su música a sus inigualables antepasados, con salir en las portadas de las grandes revistas y tocar en los grandes escenarios. Oasis ya conoce el éxito y la fama, ahí donde el mundo real y la fantasía se confunden. Un lugar que no les es extraño.
Abramos las puertas del delirio y ¡que suene Oasis!
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