En el Economic Journal (septiembre de 1924,pp. 173-174), Keynes publicó un artículo obituario en ocasión de la muerte de su maestro Alfred Marshall; ahí Keynes ofreció una síntesis de la obra de Marshall y de las cualidades de un genuino economista:
El estudio de la economía no parece requerir ninguna virtud especializada, de una naturaleza inusualmente elevada. ¿No es, considerada intelectualmente, una ciencia muy fácil comparada con las ramas más altas de la filosofía o de las ciencias puras? Sin embargo, buenos economistas, o incluso competentes, son las aves más raras. ¡Una ciencia fácil en la cual muy pocos alcanzan la excelencia!. La paradoja encuentra su explicación, quizás en que el economista Maestro debe poseer una rara combinación de virtudes. El economista debe alcanzar un estándar elevado en diferentes direcciones y debe combinar talentos que con frecuencia no se encuentran reunidos en la misma persona. Debe ser matemático, historiador, estadista, filósofo –en algún grado. Él tiene que entender símbolos y hablar con palabras. Debe contemplar lo particular en términos de lo general y tocar lo abstracto y lo concreto en el mismo vuelo de pensamiento. Debe estudiar el presente a la luz del pasado para los propósitos del futuro. Ningún aspecto de la naturaleza humana o de sus instituciones debe quedar enteramente al margen de su interés. Debe ser persistente y desinteresado de manera simultánea; soñador e incorruptible como un artista, y sin embargo a veces tan terrenal como un político.
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